¿Por qué tenemos hipo?
El gran culpable de la incómoda repetición de un ‘¡hip!’ al que le podemos dedicar horas es el diafragma. Sin embargo, esta membrana no nos causa malestar por placer, ya que el hipo suele ser su respuesta a alguna irritación.
El diafragma es el que se encarga de subir y bajar para que los pulmones puedan inspirar y expirar el aire que necesitamos. Es por ello que cuando sufre algún problema, no nos permite respirar con normalidad y suele provocar cambios en las velocidades.
Además, el ruido que acompaña el proceso proviene de la entrada del aire en la laringe que, al llevar velocidades extrañas para el cuerpo, lo rechaza. La laringe manifiesta la extrañeza mediante la glotis, la abertura superior de la laringe y el órgano de la voz, que se cierra en un acto reflejo y provoca el extraño sonido que da nombre a todo el problema: ‘hip’.
¿Qué es lo que irrita al diafragma?
En general, siempre se trata de los mismos motivos: comer muy rápido o cantidades muy copiosas o de temperaturas muy diferentes, los nervios, ansiedad u otras emociones fuertes, consumo de tabaco o alcohol, o tener el estómago o la garganta previamente irritados. La mayoría de las veces que tenemos hipo estamos ante un tipo agudo, aunque existen casos más severos.
El hipo persistente, en cambio, es aquel que puede mantenerse durante dos días. Este tipo puede tener un origen psicológico, aunque en casos puntuales puede responder a complicaciones más serias, como la neumonía, el alcoholismo, la meningitis o pancreatitis. Aunque afectan a un mínimo de la población, suele ser antes a los mayores de 50 años.
¿Cómo calmamos el hipo?
En el caso del susto tradicional que creemos necesitar para evitar el hipo tiene que ver con intentar estabilizar la respiración, ya que intentar inspirar la mayor cantidad de aire puede, en cierto modo, resetear el sistema respiratorio.Cuando nos asustamos, solemos quedarnos literalmente sin aire, una sensación que se tiene porque no se puede inspirar más cantidad de aire. Sin embargo, existe un remedio que sí fue probado por The England Journal of Medicine en 1971: una cucharada de azúcar blanca o miel bajo la lengua, ya que hace que el cuerpo se relaje y cambie el ritmo de la respiración, lo que puede también calmar el hipo.
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